miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capítulo 5. Asunto y premisa.

Capítulo 5
Asunto y premisa

Antes de comenzar a escribir debemos saber de qué va a tratar nuestra historia, de la manera más general y, a la vez, de la manera más concisa. Eso es lo que llamamos el asunto del guión.
Un guión, como dice Syd Field (1986) “es como un sustantivo; una persona, en un lugar, en un tiempo, haciendo lo suyo” La persona es el personaje principal y lo que hace equivale a la acción principal de la historial
La acción principal de una historia puede ser robar un banco, destruir a las fuerzas del mal, salvar a los judíos de ser deportados. Esto, claro está, dentro de lo que llamamos en un capítulo anterior la arquitrama: historias con un protagonista y final cerrado.
Entonces, esto es lo que debemos lograr en un principio: definir en un solo enunciado el asunto de nuestra historia.
Syd Field (1986) pone el ejemplo Bonnie and Clyde . Agrega que siempre debemos comenzar el enunciado como en la vieja fórmula de los cuentos que es “Había una vez…”; en este caso comenzamos con “Es la historia de…” un personaje en un lugar y en un tiempo determinado que hace algo.
En el caso de Bonnie and Clyde, él lo define como la historia de “la pandilla de Clyde Barrow que asalta varios bancos en el Medio Oeste, durante la Depresión, y su eventual caída” (1986: 8)
No es sencillo llegar a esta concisión, a veces necesitamos escribir varias cuartillas para darnos cuenta exactamente de qué trata nuestra historia. Insiste Syd Field en que ésa es la responsabilidad del escritor, nadie más que él puede saber qué quiere contar. Y si no lo sabe, no será capaz de escribir el guión. Lo menos recomendable es comenzar a escribir dejándonos llevar, lo más probable es que abandonemos nuestra historia a las pocas páginas.
Como podemos ver, hay dos puntos de partida esencialmente: la acción y el personaje. Se puede partir de cualquiera de ellos para crear una historia.
Si partimos de la acción será tal vez un evento el que llame la atención del escritor y luego irá definiendo cuáles son los personajes que intervienen. Son muchísimos los ejemplos: la fuga de un penal, el robo a un banco, una fiesta de graduación, un naufragio, etc.
Por el contrario, si comenzamos por el personaje vamos a tener que definir qué aspecto de su vida queremos destacar. Eso tal vez es más fácil de entender en un personaje histórico. El personaje que me interesa es Hidalgo ¿Pero qué quiero contar de Hidalgo? ¿Su juventud, la insurrección, la muerte? Es necesario definir qué aspecto de su vida resulta interesante destacar.
Para ello –y no sólo en las historias que parten de un hecho histórico- se hace necesario investigar. El autor debe conocer el mundo del que está hablando para que resulte verosímil. La verosimilitud es un elemento fundamental para que la historia resulte creíble y no se vuelva acartonada, falta de vida. Cuando no hay un sustento todo resulta un cliché.
Esta investigación también enriquecerá la imaginación del escritor y le permitirá crear un guión con muchos más matices, con una mayor riqueza de situaciones y con personajes mucho más complejos.
Este es el paradigma de asunto, tal como lo plantea Syd Field:
Asunto
Acción Personaje
Física emotiva motivación

La acción física corresponde a lo que normalmente llamamos simplemente acción: balaceras, persecuciones, hundimientos, escalamientos, etc.
La acción emotiva ocurre al interior del personaje.
En algunos casos, el guión tendrá preponderancia de uno u otro aspecto. Por ejemplo, una película de James Bond es claramente de acción. Una película de Bergman, por el contrario, es básicamente emotiva.
Desde el aspecto del personaje, la motivación corresponde al objetivo fundamental del personaje a lo largo de toda la historia. Stanislawsky le llama a esto el super objetivo. Esto representa una gran diferencia entre los personajes de la vida real y los de la ficción, tal como lo señala Bentley. Nosotros, en la vida real, queremos muchas cosas y nuestra vida va transcurriendo con un cúmulo de deseos, satisfechos o no. En cambio, en la ficción, los personajes pueden representar fuerzas puras, deseos puros: el amor, la justicia, la venganza. Esto es lo que llamamos motivación y va a ser la fuerza propulsora del personaje.

La premisa
En términos conceptuales, el asunto puede ser reducido aún más, a la esencia misma de la historia. Hay personajes, hay acción, pero además hay una propuesta que el autor le hace al público. La llamamos premisa. Se expresa en un solo enunciado y representa el punto de vista del autor.
Hugo Argüelles ejemplificaba la premisa con Romeo y Julieta de Shakespeare. Él consideraba que la premisa de esta obra era:
El amor es más fuerte que la muerte.
Dentro de ella, Romeo y Julieta representan el bloque protagónico, la muerte representa el bloque antagónico y “es más fuerte” la acción que se va dando.
Es decir, que en la premisa quedan evidenciados los dos elementos en conflicto. Amor y muerte en este caso. ¿Pero qué es el conflicto? Es el choque entre dos fuerzas iguales, de la misma intensidad pero con diferente propósito.
A una misma premisa pueden corresponder infinidad de historias. Lo que está expresado en ella, insisto es la esencia del conflicto.
Puede ser conveniente saber cuál es nuestra premisa antes de empezar a escribir, pero a veces la premisa subyace a la historia y no nos damos cuenta de ella hasta acabar de contarla.
También hay que cuidar que la premisa no lleve al escritor a caer en el melodrama. No siempre es el enfrentamiento entre el bien y el mal. También hay que cuidar que el hecho de tener la premisa clara no conduzca al didactismo.
En fin, McKee (2011: 146) advierte sobre estos peligros y dice:
La premisa despierta lo que permanece oculto en el interior, las visiones o convicciones latentes en el escritor.
Y agrega:
Si para algunas personas la declaración final que un escritor hace acerca de la vida parece dogmática y subjetiva, que lo sea. (…) Queremos almas sin restricciones que tengan la valentía de tomar un punto de vista, artistas cuyas ventanas al mundo resulten sorprendentes y excitantes.
Mac Kee señala también que la premisa se debe mantener siempre y cuando ayude al crecimiento de la historia, pero si resulta restrictiva, es mejor seguir contando la historia, sin preocuparnos mayormente por ella. Y concluye este capítulo con una bella frase (2011: 145):
“Pocas veces sabemos adónde nos dirigimos: escribir es descubrir”.
Creo que de todos modos y aunque resulte discutible, es necesario conocer el concepto de premisa ya que –aunque no nos lo propongamos- siempre se dice algo. Y, a veces, aquello que se quiere demostrar puede ser incluso el punto de partida de un guión.
El arte acaba resultando finalmente una metáfora de la realidad y es una demostración de las ideas que el escritor quiere expresar. Allí es donde juega su papel la premisa.

Ejercicio:
Redactar el asunto de nuestro guión comenzando con “Es la historia de…”
Vaciarlo en el paradigma de estructura dramática.

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